Riquelme y Boca. Punto final
El dirigente de fútbol corre con una gran ventaja en la Argentina. El hincha siempre quiere ganar. En otras actividades como la política nacional, el opositor puede (casi siempre) desear que al enemigo de turno le vaya mal porque eso le conviene a sus aspiraciones políticas. En cambio, como la derrota en el fútbol se sufre en cada oficina, taller, aula; siempre queremos ganar para no sufrir la típica gastada folklórica o algo más subido de tono. Por eso Boca copó EE.UU.
La gestión del dirigente de fútbol se mide básicamente, por los resultados. No nos engañemos. Un DT exitoso contratado a tiempo puede salvar una gestión miserable, e irse al descenso puede empañar una administración excepcional. El caso 1 hay mil ejemplos, en el caso 2 les puedo señalar a Hugo Masci en Atlanta a principios de los años 80, caso que conocí muy de cerca.
Juan Román Riquelme, en su rol de opositor a la gestión de Macri y a quienes lo sucedieron, analizaba al club desde una perspectiva futbolística. Fútbol profesional y masculino. Lo que el 99% de los hinchas de socios de los clubes ven. Como le va al equipo de primera. (que por suerte, en este caso, siempre fue de Primera).
Basado en su excepcional trayectoria como jugador del club (solo empañada por la polémica final de la Libertadores de 2012, para quienes tenemos memoria), construyó una imagen que, basada en haber sido uno de los 3 o 4 mejores jugadores de la historia del club, logró sus palabras tuvieran peso en lo institucional. Y vaya que lo tuvo. Detrás de frases grandilocuentes para la tribuna ("estoy podrido que festejen las gallinas"), construyó su imagen, y tras cartón de la dolorosa derrota en Madrid, apoyó a un candidato impresentable como Jorge Ameal (no exento de polémicas porque coqueteó con los 3 candidatos y se hablaba de la cifra que pedía Riquelme) y ganó comodamente las elecciones. Cuatro años más tarde, ya candidateado como presidente, ganó unas polémicas elecciones enfrentando a aquellos que construyeron el Boca más exitoso de toda su historia.
La gestión Ameal-Riquelme empezó de la peor manera, con un candidato como el primero de ellos a quien tuve el disgusto de conocer personalmente, que cuando el candidato opositor lo fue a saludar reconociendo la derrota, lo humilló públicamente él junto a un grupo de impresentables que lo acompañaba. El mismo grupo que seguramente hoy ocupa sillones dirigenciales en nuestro club.
Recuerdo que antes de esas elecciones me llamó un dirigente del club (Edgardo Alifraco) para decirme quien iba a tomar el poder en Boca con Ameal-Riquelme y confieso que en ese momento, no me parecía que fuera a ser así. Y lo fue, eran los mismos que ese año habían ganado las elecciones presidenciales a nivel nacional. Estábamos en 2019.
Riquelme (que siempre fue el presidente, relegando a Ameal a ser una figurita decorativa, no muy linda por cierto) se rodeó de lo peor que pudo encontrar a mano. Aquellos que dicen que Riquelme levantó el club, no saben de lo que hablan. Se perdieron los años 80 y 90. Luego de la gestión del gran Antonio Alegre, vino la excepcional de Mauricio Macri. Y sobre hombros de gigantes, es fácil construir. La presidencia de Pedro Pompilio también es recordada. El problema es cuando, habiendo heredado al club más grande y exitoso de la Argentina lo llevás a una realidad paupérrima, no creemos que el problema hayan sido los anteriores. Estás viviendo de lo que hicieron los otros. Si alguno de Uds. me sigue, agarraste un Banco Central lleno de oro, y vas zafando mientras te queda el metal áureo. Pero un día se acaba.
Muchos seguidores de Riquelme, acorralados por las malas administraciones y resultados, empiezan a destacar cosas menores, como algunos bares en el Estadio, un par de agapantos detrás de la Doce, una pileta remozada y dos manos de pintura a la cancha. Otros, a qué ganamos en basket y volley (como si antes no hubiésemos ganado). Los más osados, a los éxitos del fútbol femenino. Pero no los culpo, es parte de su formación, no tienen cloacas, ganan dos pesos, la seguridad es inexistente pero el municipio les garantiza un recital gratis de algún pseudo músico popular y les garantiza algún plan pagado por todos nosotros.
Algunos memoriosos aún recordamos la auditoría que se le iba a hacer a la gestión Angelici y más acá en el tiempo, la visita a los vecinos de la Bombonera para tomar mate y discutir amablemente sobre la compras de sus propiedades para agrandar el Estadio. Nada pasó y los vitalicios como yo no podemos llevar a nuestros hijos a la cancha. Que siempre está llena de turistas, por otra parte.
Sin títulos importantes, con un DT cada seis meses (lo que siempre criticó), un consejo de fútbol lleno de amigos, incapaces, no hinchas de Boca (seguramente con hermosos sueldos), compras de jugadores viejos y rotos, juveniles que se van apenas tienen oportunidad, un equipo que no juega bien hace 5 años, ¿cómo podía terminar esta historia? Yendo a un Mundial con un DT recién contratado con gravísimos problemas de salud a quien echó hace muy poco, un equipo que no dio la talla y terminó empatando antes un team de oficinistas y plomeros.
¿Qué el público de Boca dio la talla? ¿Quien puede dudar de eso? Nadie.
Pero acá no estamos discutiendo eso, estamos hablando de un grupo de gente que administra el club más grande de América sin tener 7mo grado. Ni con la humildad de llamar o escuchar consejos de alquien que sepa. Con una crítica constante a la administración que nos llevó 4 veces a Japón en 8 años. Y modernizó el club. Y lo hizo MODELO.
Un grupo de gente que debiera claramente tener una auditoría, no cuando se vayan. Ahora. Necesitamos una oposición seria y comprometida. No una oposición cuyo candidato no votó porque se iba de viaje.
Necesitamos dejar de ser un club donde solo importa el asado, el fernet, la hinchada y Perón.
Lo que pasó hoy en Estados Unidos es tocar fondo. Esperemos que realmente sea el fondo.
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