domingo, 17 de abril de 2011

Me Río de Janeiro

Es increíble la rapidez del paso del tiempo, y es sugestivo que su velocidad aumente en tanto y cuando aumenta nuestra edad. Hace 31 años, un día como hoy, cumplía 14 años durante el primer viaje al exterior que hice en mi vida: Río de Janeiro. De la mano de un dólar barato y el recordado "deme dos", mi padre embarcó a toda la familia a conocer la Ciudad Maravillosa.

Hotel Nacional - Río de Janeiro
Viajamos en la vieja línea aérea Cruzeiro en lo que era mi segundo viaje en avión. Al llegar, el nutrido contingente argentino que integrábamos clase media-media con nula o poca experiencia en viajes al exterior, fue conducido al destino previsto, el Hotel Nacional ubicado en la playa de Sao Conrado en un moderno bus. En el camino, el guía asignado para toda la semana nos contó que debido a una convención del BID, por cuatro días no podríamos alojarnos en el hotel prefijado y nos iban a llevar a un hotel de menor categoría llamado Miramar, ubicado en la mítica Copacabana. Extrañanemte, la mitad del grupo aceptó mansamente la propuesta mientras el resto, encabezado por mi padre y otras personas, solicitó ir al Hotel Nacional como estaba previsto.

Playa Sao Conrado - Río de Janeiro
Llegados al lujoso Hotel que ante mis ojos parecía un palacio, nos dirigimos al mostrador de recepción donde un integrante del grupo increpó al empleado de turno diciendo: "Somos de Argentina, Campeón del Mundo de Fútbol, ¿entendés?". Ante la gravedad que tomaba la situación, intervino mi padre, corrió a este señor, explicó de muy buenas maneras el problema y en 10 minutos todos teníamos las llaves de nuestras habitaciones, en nuestro caso dos. A la mañana siguiente, el Manager del hotel (el argentino César Crenzel, luego funcionario del área de Turismo durante el gobierno de Raúl Alfonsín) nos envió una carta personalizada pidiendo disculpas por el inconveniente ocurrido. Nunca supimos lo que pasó pero lo intuímos. Durante una de las excursiones, el guía nos contaba acerca de su gran nivel de instrucción y del poco trabajo que había en Brasil lo que lo obligaba a trabajar de guía por un paupérrimo sueldo. Por esos años, Brasil apenas tenía una emergente clase media despegando de una pobreza generalizada. Remató el comentario diciendo que "en este país, está bien robar mientras no mates a nadie". Parecía un comentario descarnado y cruel.

Durante nuestra estadía en el hotel, nos cruzamos en el ascensor con José Alfredo Martínez de Hoz y Christian Zimmerman, reconocidos miembros del "establishment" económico de la Argentina, quienes asistían al evento de referencia. Nos reconocieron como argentinos y nos dieron la mano. Cuando bajaron del ascensor, mi padre me dijo una frase que entendí posteriormente: "Contate los dedos". Ladrones hay de toda clase.

martes, 12 de abril de 2011

Mondo gay

Sitges, Cataluña
Llegados a Barcelona, decidimos aprovechar las horas previas a la fiesta de inauguración del Congreso al cual asistíamos que iba a tener lugar el domingo a la noche. Entre las varias opciones, elegimos Sitges, ciudad balnearia cercana a la Ciudad Condal, rápidamente alcanzable con el tren saliendo de la estación Sants, ubicada a solo una cuadra de nuestro hotel. Luego de 30 minutos llegamos a destino.

Ya arribados, empezamos a ver cosas que nos llamaban la atención, dos pelados musculosos dándose besos no se ven todos los días, por lo menos en la Buenos Aires que conocimos...
Llegamos a la costa y visitamos su hermosa y estratégicamente ubicada Iglesia, así como otros lugares históricos cercanos. Yendo hacia las playas, nos llamó la atención el anciano que detector Geiger en mano, ignoraba todo el post-modernismo que inunda Sitges cada temporada, solo reparaba en sus pérdidas materiales...
Sitges, Cataluña

La playa nos recibió con miradas raras. Familias poblaban la misma y miraron con desconfianza a dos hombres solos. Luego supimos la razón, tras la escollera que dividía la playa cual línea Maginot, unas centenares de parejas gays tapizaban la misma. Estas familias convencionales supusieron que equivocamos el lugar.

Decidimos pasar el mal trago con una pizza aceptable y unas muy buenas cervezas. Ahora, por doquier se repetía el combo dominante en Sitges: británicos-gays. Rápidamente salimos del restaurante "Los Vikingos" rumbo a la estación. Mi acompañante me sugirió que para pasar desapercibidos nos diéramos la mano al caminar. Le dijo que no, y decidimos morir con las botas puestas....

Encanto en Orlando

Miami Airport
El viaje de Miami a Orlando, corto y aburrido “as usual”. Se pierde más tiempo en los eternos controles de seguridad, embarque y arribo que en el aire. Uno está en los Estados Unidos “tropicales” y se nota, no solo por la geografía y clima, sino también por la población, usos y costumbres. Si hasta se puede ver fútbol...

Salimos del Aeropuerto de Orlando por una de sus ordenadas y transitadas autopistas hacia mi destino, el hotel Renaissance Orlando at SeaWorld. Vueltas y más vueltas saliendo de la autopista me hicieron perder el sentido de ubicación que traía en mi mente luego de repetidas consultas a mapas previas a mi vaje. De repente, estando el "parking" del parque Sea World a mi izquierda, el chofer del taxi me indica que habíamos llegado a destino. A mi derecha, se erigía el hotel y como pocas veces, ya su fachada me deslumbró.

Hotel Renaissance Orlando at SeaWorld

Hotel Renaissance Orlando at SeaWorld
El hotel es un rectángulo en cuyos lados se encuentran las espaciosas y cómodas habitaciones, y en el centro, un espacio multicolor que alberga solo algunos servicios en planta baja, y que brinda una sensación espacial.

Brilla por su ausencia el ruido. Sea exterior como interior. Tanto que uno por momentos necesita escuchar algo que no sea el sonido de una cascada o la réplica de murmullos acuáticos, emitidas desde enormes plasmas. Mullidas alfombras por doquier amortiguan todos nuestros movimientos.

El staff del hotel es amigable y atento. No es difícil además encontrarnos con hispano-parlantes, lo cual nos hace descansar el cerebro luego de un día a puro inglés.

Luego, la tropical y calma pileta nos llama a pasar por ella antes de cenar, para relajarnos luego de un largo día laboral y una pasada por un excepcional gimnasio del cual fuimos su único usuario.

Mirando las estrellas y la fachada del hotel, uno se pregunta si es posible vivir siempre así, o si hay gente que siempre vive así. La pregunta es errónea e inoportuna. Lo importante es vivir ese momento y atesorarlo para siempre.


Hotel Renaissance Orlando at SeaWorld

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