domingo, 21 de enero de 2024

La exuberante naturaleza de la Península Valdés

Península Valdés - 2007
Península Valdés - 2007

Puntualmente a las 7:15 a.m., nuestro chofer y guía llegó a nuestro hotel en Puerto Madryn para cumplir con la rigurosa visita a Península Valdés. Era fines de diciembre, no era época de ballenas, sí quizás de alguna orca, pero nada nos amilanaba en nuestro intento de conocer dicha península, de la cual guardaba como recuerdo una foto de 2007 mientras volvía de un viaje a Ushuaia. Poco conocíamos de lo que la misma tenía, y esa ignorancia era fuente de exitación.

La primera parada obligada es en el puesto de control "El Desempeño". Actuá como virtual cabina de peaje y se cobra el ingreso. En dólares, residentes en Chubut U$S 2, argentinos de otras jurisdiciones U$S 4 y extranjeros U$S 12 (precios a diciembre de 2023). La península no es un Parque Nacional pero sí es un área protegida. El puesto de control pertenece a la Administración del Área Natural Protegida Península Valdés, un Ente Público no Estatal creado por el estado de la provincia del Chubut, dedicado a administrar y gestionar la principal Área Natural Protegida del Sistema Provincial del Chubut, un sitio declarado Patrimonio Mundial por la UNESCO, que recibe cerca de 350.000 visitantes al año.

Pocos kilómetros adelante se encuentra el istmo Ameghino, el punto más estrecho de la delgada franja de tierra que conecta la península al continente, con un ancho de aproximadamente 6 km y, a las vez, se encuentra muy cercano el cerro Piaggio, el punto más alto de la península, con sus pobres 110 metros s.n.m. En dicho camino se encuentra el Centro de Visitantes de la Península de Valdés situado poco antes de llegar a Puerto Pirámides. La edificación cuenta con baños excelentes,  un centro de información con folletería, un pequeño pero interesante museo, mapas, un pequeño sendero en la parte exterior y boutique de venta de recuerdos del lugar. La entrada es gratuita y es parada obligada para comenzar a conocer lo que nos vamos a encontrar a partir de allí. Hasta este punto, el camino utilizado es la ruta provincial número 2, cuyo tramo asfaltado continúa un poco más luego del cruce que divide la ruta de ripio a Punta Norte del camino asfaltado a Puerto Pirámides. Tomamos la primera.
Caleta Valdés - Pingüinos de Magallanes

70 km de ripio por la Ruta provincial número 3 hasta Punta Norte. Observamos innumerables guanacos en estado salvaje desde antes de llegar al istmo Ameghino, que ayuda a morigerar lo tedioso del camino. Pero al llegar, que premio. Visitar por primera vez esos acantilados patagónicos es sobrecogedor. Hay pasarelas en muy buen estado que permiten una muy buena vista de la colonia de lobos y elefantes marinos que están en la playa. Muchos turistas europeos y baños en pésimo estado completan el panorama de la visita. Desde allí, utilizando el camino interno (tomamos RP 3 y RP 52) en lugar del costero que estaba en mal estado según nuestro guía, arribamos a un lugar de una belleza inigualable llamado Caleta Valdes. Ahí pudimos apreciar un pequeña colonia de pingüinos de la variedad Magallanes, guanacos varados en una lengua de tierra donde había subido la marea y, un par de kilómetros más adelante, en Punta Cantor, otra colonia de lobos marinos y pingüinos, nuevamente con pasarelas en muy buen estado y un sendero

Lobería de Punta Norte

Lobería de Punta Cantor

paralelo a la playa muy atractivo. El lugar se completa con un parador gastronómico modesto en su oferta culinaria pero efectivo, limpio y bien presentado, ubicado a pocos metros de la Unidad Operativa de la ANP  Caleta Valdés - Punta Cantor. Ese día habían avistado orcas por la mañana, como mostraba un tablero indicador manual que tienen. "Eran 4", me dijo circunspecto el empleado de la Unidad Operativa ante mi pregunta.

Seguimos rumbo al sur. Pasamos por Punta Delgada, dependencia de la Armada con un faro, lugar que se encuentra desde hace meses cerrado al público por razones que nadie nos pudo explicar. Allí se filmó el film hispano-argentino "El faro de las orcas". De ahí pusimos proa el oeste y bordeamos las dos salinas del sur de la isla (la chica y la grande, profundas depresiones naturales) y en esa zona nos cruzamos nuevamente con guanacos, choiques (ñandúes petisos), algunos con sus graciosas crías, martinetas, peludos o la interminable cantidad de ovejas recién esquiladas presentes por doquier. Aquí los campos no parecen tan rigurosos como en el norte de la isla y en algunos de ellos, con edificaciones cercanas, hasta vimos pasto, lo cual es mucho decir.  Entre campo y campo, los guardaganados, diseñados para impedir el cruce del ganado, parecían colocados para romper adrede las ruedas de los automotores que circulan.

El guía nos había sugerido no visitar Puerto Pirámides al no ser temporada de ballenas, a lo cual nos opusimos amablemente y fue el último destino del viaje y, para nuestro placer y razón, quizás el más pintoresco. Pequeño pueblo que supo de épocas con mayor cantidad de habitantes y explotación económica (hasta llegaba un ramal del tren), hoy es una pequeña villa turística, desde donde salen las excursiones para ver ballenas embarcado y en verano ofrece sus hermosas playas a sus visitantes. Quizás aquí vimos los mejores paisajes del día, lo cual es mucho decir. Un pequeña pero creciente oferta de comercios, alojamientos y agencias turisticas le augura un rápido crecimiento y progreso. Ojalá sepan cuidar lo que posee de natural que es muchísimo. Algunas de las playas cercanas al pueblo son realmente increíbles.



Nos debemos una visita para la temporada de ballenas. Comprometido.





miércoles, 6 de septiembre de 2023

Río de la Plata desde un mega crucero

La propuesta era tentadora y asequible económicamente. Disfrutar de un minicrucero de 3 noches por las aguas de nuestro ancho río compartido con Uruguay. Costa Cruceros destina año tras año una embarcación para ofrecer este servicio en Sudamérica durante el verano austral, alternando este itinerario reducido (Buenos Aires, Punta del Este y Montevideo) con otro un poco más extenso que alcanza Río de Janeiro y otros destinos de Brasil. Lo curioso de este ofrecimiento de la compañía italiana es que nunca hay un inicio o fin del crucero, es decir, cuando uno aborda hay pasajeros que ya vienen viajando desde otro destino y a la vez, cuando uno llega a su destino final, otros pasajeros siguen disfrutando de la embarcación. Para los tripulantes, es un trabajo continuo y, por lo que vimos y nos contaron, agotador.
Datos generales

El barco se llamaba Costa Pacífica, de la compañía italiana Costa Cruceros (https://www.costacruceros.com/). Impresiona por sus 290 metros de eslora y su descomunal altura de casi 50 metros. Puede llevar casi 4.000 pasajeros y su tripulación supera las 1.000 personas. Una auténtica ciudad florante, y vaya si lo es.

Elegimos un camarote interno (sin ventanas). Pequeño pero acogedor y bien equipado. Preferimos gastar la diferencia existente con un camarote al exterior para pagar el paquete de bebidas alcohólicas. Las mismas, de tener que pagarlas, eran caras. Como ejemplo, una simple Caipirinha costaba la friolera de U$S 8.- Toda la comida está incluida, pero las bebidas solo las sin alcohol. Y en nuestro paquete, algunas pocas quedaban afuera. (está claro que me pedí una Caipirinha y no estaba incluida...).

La comida es super abundante y a toda hora. Y muy buena. Más allá de desayunos, almuerzos y cenas, en cualquier momento del día en diferentes lugares de la embarcación pueden aparecer un mini food-trucks ofreciendo algo para comer. Es verdad la idea que uno puede salir rodando de estos barcos.

Particularme las cenas se sirven en distinguidos lugares, siendo asignada siempre la misma mesa atendida por muy amables filipinas (la elección del restaurante se puede hacer antes de embarcar). La cena es de 3 pasos, no muy abundantes pero muy ricos, pudiendo ser elegidos de una carta con algunas opciones disponibles. La última cena se convierte en un momento en una divertida fiesta italiana, bailando con las chicas que nos atienden y otros comensales.

Diariamente distribuyen por los camarotes unos newsletters con la programación de los eventos del día y otra información de interés, algunas referidas al puerto a tocar ese día. Se sugieren para cada día algunos dress-codes para las noches, que en nuestro caso una noche fue formal y la última noche, con el barco llegando a Buenos Aires, fue la noche de blanco. La primera con no demasiada aceptación, la última de aceptación masiva.

La tripulación es cosmopolita. Oficialidad y free-shops italianos, en los bares casi todos empleados brasileros. meseras filipinas y pasteleros y cocineros indonesios. Hasta ahí vimos o averiguamos...

La travesía

Embarcamos en Buenos Aires luego del mediodía (luego de esperar bastante, próxima vez iremos más temprano) y ya pudimos disfrutar de todos los servicios a partir de ese momento, a pesar que la nave zarpó recién a las 19:00 hs. con una hermosa vista de la ciudad. Ese día tomamos algo en uno de los bares que nos ofrecía un show musical y luego de la cena, fuimos a otro de los bares a bailar. Antes de la cena recorrimos todo lo que pudimos: encontramos discoteque, casino, juegos Arcade, muchos bares diversos, un enorme teatro que atraviesa 3 pisos cerca de la proa y la zona donde están los pocos locales que hacen de free-shop, cerca del hall principal. Por todos lados hay ascensores. Y gente.

Decepción inicial

El primer puerto que iba a tocar el Costa Pacífica era Punta del Este. Se iba a descender en lanchones porque no cuenta la ciudad con un puerto adecuado. Cuando me dirigía a buscar los tickets aproximadamente a las 8:00 hs, el capitán anunció por los altoparlantes que se suspedía la visita por mal tiempo. El cielo estaba despejado y la mañana soleada, pero cierto oleaje entiendo motivó esta decisión. Desde 1994 que no ibamos a Punta, por lo cual nos defraudó un poco este inconveniente.

Contemplamos Punta el Este desde una de las terrazas del barco y el mismo se adentró en el mar bordeando la isla Gorriti, encontrando aguas de un color azul que nos hacían imaginar que estábamos en el Caribe. Ese día disfrutamos de las piletas y jacuzzis, tomamos sol en sus amplias cubiertas y luego de almorzar en la zona estilo autoservicio, utilizamos las excelentes instalaciones del gimnasio, ubicadas cerca de proa. El  mismo se complementaba con otros servicios de pago, como masajes, peluquería,etc.


Esa noche el barco debería haber permanecido en Punta del Este, pero ante estas circunstancias el capitán indicó que había solicitado permiso para atracar en Montevideo un día antes de lo planeado y, antes del anochecer, llegamos a la bella capital uruguaya.

Noche de gala

Atracados en Montevideo, algunos nos atrevimos a sacar nuestros trajes y vestidos de gala y así nos paseamos esa noche por la embarcación, para terminar la noche primero asistiendo a un hermoso show musical en el teatro y finalizando fumando un cigarrillo a la luz de las estrellas en la popa. Titanic un poroto.

A la mañana siguiente, luego de desayunar pantagruélicamente, bajamos a recorrer Montevideo. Nos indicaron que debíamos llevar la tarjeta identificatoria personal que nos dieron al embarcar y recordaron la hora límite para volver al barco. (dicha tarjeta servía para consumir todos los servicios en el barco, los incluidos y los no incluidos, para los cuales teníamos asociada una tarjeta de crédito a la misma). De documentación nada nos dijeron y, de manera sorpresiva, ninguna autoridad uruguaya nos solicitó nada. Bajamos del barco y rápidamente estábamos en la peatonal Sarandí, visitando por un par de horas una ciudad que habíamos recorrido intensamente unos años antes. Muy poca gente bajó del barco, sí bajaron muchos miembros de la tripulación, que parecían ser de mantenimiento o del sector de máquinas.

Luego de algunas compras de rigor, al retornar al barco nos solicitaron nuestras identificaciones al abordar y rápidamente nos fuimos a almorzar. Nuevamente disfrutamos los servicios del barco, hicimos algunas compras en el free-shop estilo rebate (sacaban mesas a los pasillos y vendían a precios accesibles algunos productos) y nos preparamos para la notte bianca.


Esta vez sí los pasajeros se plegaron a la consigna y en los restaurantes se vivieron momentos de jolgorio y algarabía, Nos depedimos cariñosamente de nuesta mesera filipina y nos fuimos a una de las terrazas a disfrutar de una noche a toda música que terminó a altas horas de la madrugada. Como comentamos anteriormente, al salir de esta fiesta nos topamos con un mostrador donde se estaban sirviendo hamburguesas.



Mi Buenos Aires querido

Esa misma noche estuvimos averiguando como sería el desembarco al día siguiente, especialmente como sería el procedimiento para que nos retiraran el equipaje del camarote para luego dárnoslo en tierra, así como también el orden de desembarco mediante un código de colores. Nadie parecía tenerlo claro. A determinada hora y teniendo en cuenta el color que nos había tocado, había que ir al teatro y desde ahí los grupos desembarcaban. Por suerte nos tocó un grupo de los últimos, por lo cual pudimos desayunar bajo una tenue lluvia con vista a nuestra ciudad.

Nos quedamos con ganas de más, y ya estamos planeando el crucero hasta Río de Janeiro, donde las opciones son dos, como decíamos al principio. O abordar en Buenos Aires o volar a Río, pasar unos días en la Ciudad Maravillosa y embarcar ahí rumbo a Buenos Aires. Hay tiempo para pensarlo.








sábado, 14 de mayo de 2022

Visitando la Docta. Fin de semana en Córdoba y alrededores

Luego de un poco más de dos años, por razones archi conocidas, volvimos a volar. 

Teníamos algún tipo de temor por alguna inesperada medida COVID en Aeroparque, dadas la discrecionalidad criolla y a que la información brindada por Aerolíneas Argentinas era algo ambigua, pero finalmente todo fue igual a las épocas pre pandémicas salvo por el uso obligatorio de barbijos, tanto en la terminal aérea como en el avión. Incluso se ofreció un servicios de bebidas a bordo, algo que la información brindada por la aerolínea antes del viaje indicaba que dicho servicio no se brindaba en vuelos tan cortos como este a Córdoba. Nuevamente, las contradicciones COVID. Todos con barbijo hasta que llegó el cafecito, momento en el cual todos, casi felizmente, compartimos nuestros aerosoles por todo el Embraer. Excelente atención de las tripulantes de cabina, para destacar. Y puntualidad anglosajona en el viaje.

Córdoba nos recibió con mucha gente por sus calles, impregnadas las mismas con olores a café y a panes recién horneados. Nos hizo acordar a nuestros viajes por Europa, cuando al despuntar el día ya salíamos a recorrer y percibíamos esos mismos olores. Hermoso Deja Vu. Recorrimos abarrotados Mercados Sur y Norte y zonas aledañas hasta cerca del mediodía. Rápidamente salimos de las mismas tras compras de rigor y enfilamos hacia el área histórica de la Docta. El clima templado acompañaba y el pueblo cordobés disfrutaba de compras y paseos matinales.

Ahí las primeras decepciones. Tanto la cripta jesuítica (https://www.lavoz.com.ar/espacio-de-marca/cripta-jesuitica-un-tesoro-escondido-en-plena-ciudad-de-cordoba/) como el Cabildo de Córdoba https://www.facebook.com/museodelaciudadcordoba/se encontraban insólitamente cerrados. Solo se encuentran abiertos de lunes a viernes. Aunque algunos de nosotros ya los conocíamos, quedaron para una nueva visita en el futuro. Lamentamos fundamentalmente la visita a la cripta. Construida en el siglo XVIII, la misma terminó enterrada y olvidada durante muchos años, hasta que fue redescubierta por casualidad, en una obra para la instalación de cables telefónicos, en 1989. Encantada por el tesoro recién descubierto, la ciudad restauró el lugar y lo transformó en una especie de centro cultural, que recibe exposiciones y presentaciones artísticas.

Sin embargo nuestra curiosidad pudo más y pudimos ingresar al Cabildo por la puerta lateral que da al Pasaje Santa Catalina, ya que se estaba desarrollando una excelente exposición de dos talentosos pintores cordobeses y nos invitaron a pasar (ahí verificamos que el acceso al subsuelo del Cabildo estaba cerrado). La misma se llama "Córdoba y los cordobeses". (https://lmdiario.com.ar/contenido/343177/este-viernes-inaugura-la-muestra-cordoba-y-los-cordobeses-en-el-cabildo). Los pueden encontrar en el Instagram @jl3.100.

Siguiendo el recorrido, nos topamos con la magnífica Manzana Jesuítica y la iglesia de los Jesuitas, la Iglesia Compañía de Jesús, declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO 2000. Imponente, antigua, medieval, los adjetivos se enciman para describirla. Su pórtico de madera asombra. Los muros sin cobertura permiten ver un conjunto de huecos dispuestos sobre el frente de la iglesia, cuya función es aún hoy motivo de debate entre expertos, algunos de los cuales insisten en que la construcción está inconclusa. Algunas palomas traviesas se adueñaron de los huecos del frente. La capilla es actualmente administrada por la Orden y se la conoce también como Iglesia de San Ignacio. Toda la zona merece una lenta y exhaustiva recorrida. Iglesias, monasterios y antiguos colegios dominan la escena, que muestran la huella de la conquista española.


Esta nueva visita a Córdoba nos permitió recorrer una parte de la ciudad que no conocíamos en detalle, los barrios de Nueva Córdoba y Güemes. Tomando como referencia al shopping Patio Olmos (más de lo mismo), todo lo descrito anteriormente se ubica al norte de dicho lugar, en cambio estos barrios se encuentran al sur del Patio Olmos. Al cruzar el Boulevard San Juan, el panorama cambia repentinamente. Si el norte, histórico y religioso, nos mostró al cordobés de clase media-baja y a barrios muy parecidos al Once de Buenos Aires, el sur nos hizo topar con el cordobés de clase media-alta, la juventud universitaria y lo que hoy llaman las diversidades. Estábamos en la Recoleta.


La avenida Hipólito Irigoyen nos hizo topar con los primeros bares cerveceros y restaurantes de categoría, hasta llegar a un lugar novedoso y atractivo. Se trata del Paseo del Buen Pastor, un complejo para eventos de arte y cultura, en lo que fue anteriormente capilla, monasterio y cárcel de mujeres. En el complejo hay dos estatuas de los conocidos cantantes locales de cuartero la Mona Jiménez y Rodrigo Bueno. Nuevamente bares y lujosos comercios dominan la escena en ambiente terrenal, mientras sobre la escena del Paseo emerge la estructura de la imponente Iglesia del Sagrado Corazón de Jesús, conocida como la iglesia de los capuchinos, excepcional muestra de arquitectura neogótica con delicadas columnas talladas, recientemente restaurada, lo que permite apreciar un paraíso de colores tanto por fuera como por dentro.

 


Desde ahí y caminando en dirección al arroyo La Cañada, nos topamos con el barrio Güemes, de importancia gastronómica y cultural. Visitamos la feria artesanal conocida como el Paseo de las Artes o Paseo de las Pulgas, que se extiende por varias cuadras al lado de La Cañada. La feria, que se desarrolla desde hace más de 30 años, ha permitido el surgimiento de una variada propuesta gastronómica, cultural y comercial que la rodea por completo y complementa su oferta. Aquí por primera vez vimos a muchos extranjeros recorriendo la zona. Los precios de la feria son accesibles y la oferta muy variada y atractiva. Desde artesanías hasta antigüedades, pasando por libros y productos regionales.




Finalizamos nuestro recorrido visitando la ciudad de Villa Carlos Paz. Situada a unos 40 km al oeste de Córdoba Capital y a la vera del Dique San Roque, Carlos Paz ya es la 4ta ciudad en cantidad de habitantes de la provincia y presenta una muy rica oferta turística, comercial y cultural. Accedimos mediante un muy económico ómnibus desde la terminal cordobesa, que luego de un viaje de 1 hora nos depositó en la terminal de Carlos Paz, a pocas cuadras del centro nuevo. 20 años sin visitarla y la ciudad ya no era la misma. Notamos un muy notable crecimiento edilicio y comercial, terminado en una hermosa avenida costanera de 4 km. de longitud, que calculo arrasó con aquel camping donde pasé mis vacaciones en 1985 a orillas del lago San Roque. La costanera tiene una variada oferta gastronómica y mucha gente disfruta de la misma, si el tiempo acompaña. La orilla opuesta a la de la costanera nos deslumbra con edificaciones y mansiones veraniegas que se destacan por su belleza.

Obviamente visitamos el reloj Cucú, ícono de la ciudad,  luego de cruzar un muy moderno puente peatonal, de reciente construcción que conecta el centro nuevo con el centro viejo.


Ya de regreso y como despedida, cenamos en un barcito de Nueva Córdoba, con un incesante pasar de jóvenes y no tan jóvenes, y una clase abierta de tango sobre la plaza Vélez Sarsfield que nos anticipaba el retorno a nuestra ciudad.

Para finalizar, el hotel Amerian Córdoba Park. Con una ubicación excepcional, cerca de todas las atracciones que nombramos, no ofrece un servicio al nivel que la cadena ostenta ni a las 4 estrellas que nos muestra. Esperamos que solo sea una triste consecuencia de la pandemia y no una caída notable en el nivel de servicio. En este viaje lo elegimos por su ubicación en desmedro del Hotel King David al cual solíamos ir con frecuencia. Solo una decepción que no empañó nuestro recuerdo de este intenso fin de semana en la Docta.





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