sábado, 3 de febrero de 2024

Agradable Puerto Madryn

Una de las mayores sorpresas que nos llevamos de nuestra visita a Chubut, fue conocer en detalle acerca de la decisiva presencia galesa en la zona. No porque no la conocieramos en general, sino porque los pocos días que disfrutamos de estos parajes, nos demostraron que la importancia de los galeses fue decisiva para la provincia, la cual, sin dudas, podría llevar un nombre más adecuado y relacionado a quienes les dieron vida. No solo Gaiman, Trelew y Rawson fueron fundadas por galeses, sino que Puerto Madryn (el lugar al cual llegaron), Esquel y Trevelín, también.

Aeropuerto El Tehuelche
Llegamos a Puerto Madryn vía aérea desde Buenos Aires, al Aeropuerto denominado El Tehuelche. La denominación aeropuerto le queda un poco grande a la modesta instalación, ubicada muy cerca de la ciudad. Es probable que la existencia a solo 60 km del Aeropuerto de Trelew, que cuenta con una infraestructura muy superior, impida el crecimiento de El Tehuelche. Ahora bien, con la cantidad de turistas que arriba a Madryn y zona de influencia, no costaría nada ponerlo en condiciones y, asimismo, incrementar la cantidad de vuelos. Llegan a este aeropuerto tanto Aerolíneas Argentinas como FlyBondi. La cantidad de vuelos diarios gira en torno a los 2 o 3, y la cantidad de pasajeron transportados supera los 190.000 anuales. En comparación con 2022, Puerto Madryn experimentó un notable aumento del 80% en el movimiento de pasajeros, alcanzando un total de 196,000 visitantes de enero a diciembre de 2023. Este crecimiento sitúa a la ciudad en el segundo lugar a nivel nacional, solo superado por Posadas, que registró un 91% de crecimiento. Las obras de ampliación son imprescindibles. La cinta para recuperar el equipaje se parece a la viaje cinta con la cual contaba el aeropuerto de Rosario. Francamente impresentable.

Era verano y nuestra llegada a media tarde fue fantástica, ya que hasta las 21:30 no se pone totalmente el Sol, así que pudimos disfrutar de la costanera dado que nuestro hotel gozaba de una excelente ubicación: frente al mar y a pocas cuadras del pequeño centro y los principales comercios.

Playa céntrica y muelle
Las playas son muy lindas, con grandes diferencias de acuerdo al momento del día respecto a las mareas. A la mañana, la playa es mínima, el agua casi llega a la rambla. Por las tardes, se retira el mar y se disfruta de una playa espectacular. La temperatura del agua es similar a la que podemos encontrar en la provincia de Buenos Aires pero la presencia de algas es mayor. La de caracoles, por suerte también. A medida que uno avanza hacia el sur de la pequeña bahía que forma parte del golfo Nuevo, las playas son mejores. Cerca del muelle, parecen playas de río y yendo hacia el norte del muelle donde se encuentra Prefectura, claramente no son recomendables.

La ciudad es limpia, ordenada y bien trazada. Muy tranquila. Actualmente es la segunda ciudad más poblada de la provincia, luego de Comodoro Rivadavia y, para nuestra sorpresa, superando a Trelew. 

Turismo, pesca y la presencia de Aluar forman el trío de industrias detrás de las cuales de mueve la ciudad. Son muy interesantes las historias de los lugareños que vinieron a vivir a Madryn por Aluar, historias de pioneros. Como en toda ciudad argentina, conviven barrios muy lujosos (en la costa, al norte y al sur del núceo urbano principal) con barrios de una modestia evidente (como siempre en la periferia), aunque en líneas generales, la cantidad de viviendas de buen nivel alcanzan un porcentaje mayor a la media nacional que conocemos.

Yendo específicamente al turismo, las alternativas son muchas. Las estrellas son ballenas y orcas, pero no era la época. La Peninsula Valdes es un imperdible que ya detallamos en el post anterior, y Gaiman es una hermosa visita que ya les contaremos. En la misma ciudad hay variadas alternativas:

1. Playas

Playa Paraná desde Baliza Acantilado
Hay varias muy distintas entre sí. Recomendamos las que están cerca del sur de la bahía y si pueden llegar, a unos 10 km al sur del centro está la playa Paraná, en medio de hermosos acantilados. Nosotros llegamos en bicicletas hasta el faro llamado Baliza Acantilado desde el cual tuvimos una vista inmejorable de esa playa. Hablando de bicicletas, ya les recomendamos otra actividad interesante.

2. Buceo y actividades náuticas

Diversas actividades en este rubro. Buceo, con o sin lobos marinos, amaneceres embarcados en kayaks, avistaje de ballenas, orcas y delfines. 

3. Museos y lugares históricos

Recomendamos visitar el Parque Histórico Puenta Cuevas y el Museo del Desembarco, si es posible, el primer día de su estadía, para luego entender todo lo que van a ver en la zona. Se encuentra al sur de la ciudad. Recibe el nombre por unas excavaciones naturales en la roca, formadas en los acantilados. Este fue el primer asentamiento galés luego del desembarco. El museo es pequeño pero bien equipado y mantenido y el costo es muy accesible.

Costanera Puerto Madryn

4. Costas y loberías

Al norte de la ciudad se puede visitar la playa El Doradillo, donde en épocas de ballenas se las puede admirar directamente desde la playa. Al sur no muy lejos, pasando playa Paraná, se encuentra la lobería de Punta Loma. Se trata de una reserva natural en un acantilado con miradores señalizados, famoso por sus leones marinos y cormoranes. Toda la zona sur de Puerto Madryn nos muestra unos acantilados hermosos haciendo juego con un mar de un azul profundo poca veces visto.

La temporada alta de turismo es entre agosto y noviembre debido a la presencia de las ballenas, atractivo principal de la ciudad. Pero estuvimos en verano y no nos podemos quejar. Recomendamos mínimo 5 días para una recorrida completa.




domingo, 21 de enero de 2024

La exuberante naturaleza de la Península Valdés

Península Valdés - 2007
Península Valdés - 2007

Puntualmente a las 7:15 a.m., nuestro chofer y guía llegó a nuestro hotel en Puerto Madryn para cumplir con la rigurosa visita a Península Valdés. Era fines de diciembre, no era época de ballenas, sí quizás de alguna orca, pero nada nos amilanaba en nuestro intento de conocer dicha península, de la cual guardaba como recuerdo una foto de 2007 mientras volvía de un viaje a Ushuaia. Poco conocíamos de lo que la misma tenía, y esa ignorancia era fuente de exitación.

La primera parada obligada es en el puesto de control "El Desempeño". Actuá como virtual cabina de peaje y se cobra el ingreso. En dólares, residentes en Chubut U$S 2, argentinos de otras jurisdiciones U$S 4 y extranjeros U$S 12 (precios a diciembre de 2023). La península no es un Parque Nacional pero sí es un área protegida. El puesto de control pertenece a la Administración del Área Natural Protegida Península Valdés, un Ente Público no Estatal creado por el estado de la provincia del Chubut, dedicado a administrar y gestionar la principal Área Natural Protegida del Sistema Provincial del Chubut, un sitio declarado Patrimonio Mundial por la UNESCO, que recibe cerca de 350.000 visitantes al año.

Pocos kilómetros adelante se encuentra el istmo Ameghino, el punto más estrecho de la delgada franja de tierra que conecta la península al continente, con un ancho de aproximadamente 6 km y, a las vez, se encuentra muy cercano el cerro Piaggio, el punto más alto de la península, con sus pobres 110 metros s.n.m. En dicho camino se encuentra el Centro de Visitantes de la Península de Valdés situado poco antes de llegar a Puerto Pirámides. La edificación cuenta con baños excelentes,  un centro de información con folletería, un pequeño pero interesante museo, mapas, un pequeño sendero en la parte exterior y boutique de venta de recuerdos del lugar. La entrada es gratuita y es parada obligada para comenzar a conocer lo que nos vamos a encontrar a partir de allí. Hasta este punto, el camino utilizado es la ruta provincial número 2, cuyo tramo asfaltado continúa un poco más luego del cruce que divide la ruta de ripio a Punta Norte del camino asfaltado a Puerto Pirámides. Tomamos la primera.
Caleta Valdés - Pingüinos de Magallanes

70 km de ripio por la Ruta provincial número 3 hasta Punta Norte. Observamos innumerables guanacos en estado salvaje desde antes de llegar al istmo Ameghino, que ayuda a morigerar lo tedioso del camino. Pero al llegar, que premio. Visitar por primera vez esos acantilados patagónicos es sobrecogedor. Hay pasarelas en muy buen estado que permiten una muy buena vista de la colonia de lobos y elefantes marinos que están en la playa. Muchos turistas europeos y baños en pésimo estado completan el panorama de la visita. Desde allí, utilizando el camino interno (tomamos RP 3 y RP 52) en lugar del costero que estaba en mal estado según nuestro guía, arribamos a un lugar de una belleza inigualable llamado Caleta Valdes. Ahí pudimos apreciar un pequeña colonia de pingüinos de la variedad Magallanes, guanacos varados en una lengua de tierra donde había subido la marea y, un par de kilómetros más adelante, en Punta Cantor, otra colonia de lobos marinos y pingüinos, nuevamente con pasarelas en muy buen estado y un sendero

Lobería de Punta Norte

Lobería de Punta Cantor

paralelo a la playa muy atractivo. El lugar se completa con un parador gastronómico modesto en su oferta culinaria pero efectivo, limpio y bien presentado, ubicado a pocos metros de la Unidad Operativa de la ANP  Caleta Valdés - Punta Cantor. Ese día habían avistado orcas por la mañana, como mostraba un tablero indicador manual que tienen. "Eran 4", me dijo circunspecto el empleado de la Unidad Operativa ante mi pregunta.

Seguimos rumbo al sur. Pasamos por Punta Delgada, dependencia de la Armada con un faro, lugar que se encuentra desde hace meses cerrado al público por razones que nadie nos pudo explicar. Allí se filmó el film hispano-argentino "El faro de las orcas". De ahí pusimos proa el oeste y bordeamos las dos salinas del sur de la isla (la chica y la grande, profundas depresiones naturales) y en esa zona nos cruzamos nuevamente con guanacos, choiques (ñandúes petisos), algunos con sus graciosas crías, martinetas, peludos o la interminable cantidad de ovejas recién esquiladas presentes por doquier. Aquí los campos no parecen tan rigurosos como en el norte de la isla y en algunos de ellos, con edificaciones cercanas, hasta vimos pasto, lo cual es mucho decir.  Entre campo y campo, los guardaganados, diseñados para impedir el cruce del ganado, parecían colocados para romper adrede las ruedas de los automotores que circulan.

El guía nos había sugerido no visitar Puerto Pirámides al no ser temporada de ballenas, a lo cual nos opusimos amablemente y fue el último destino del viaje y, para nuestro placer y razón, quizás el más pintoresco. Pequeño pueblo que supo de épocas con mayor cantidad de habitantes y explotación económica (hasta llegaba un ramal del tren), hoy es una pequeña villa turística, desde donde salen las excursiones para ver ballenas embarcado y en verano ofrece sus hermosas playas a sus visitantes. Quizás aquí vimos los mejores paisajes del día, lo cual es mucho decir. Un pequeña pero creciente oferta de comercios, alojamientos y agencias turisticas le augura un rápido crecimiento y progreso. Ojalá sepan cuidar lo que posee de natural que es muchísimo. Algunas de las playas cercanas al pueblo son realmente increíbles.



Nos debemos una visita para la temporada de ballenas. Comprometido.





miércoles, 6 de septiembre de 2023

Río de la Plata desde un mega crucero

La propuesta era tentadora y asequible económicamente. Disfrutar de un minicrucero de 3 noches por las aguas de nuestro ancho río compartido con Uruguay. Costa Cruceros destina año tras año una embarcación para ofrecer este servicio en Sudamérica durante el verano austral, alternando este itinerario reducido (Buenos Aires, Punta del Este y Montevideo) con otro un poco más extenso que alcanza Río de Janeiro y otros destinos de Brasil. Lo curioso de este ofrecimiento de la compañía italiana es que nunca hay un inicio o fin del crucero, es decir, cuando uno aborda hay pasajeros que ya vienen viajando desde otro destino y a la vez, cuando uno llega a su destino final, otros pasajeros siguen disfrutando de la embarcación. Para los tripulantes, es un trabajo continuo y, por lo que vimos y nos contaron, agotador.
Datos generales

El barco se llamaba Costa Pacífica, de la compañía italiana Costa Cruceros (https://www.costacruceros.com/). Impresiona por sus 290 metros de eslora y su descomunal altura de casi 50 metros. Puede llevar casi 4.000 pasajeros y su tripulación supera las 1.000 personas. Una auténtica ciudad florante, y vaya si lo es.

Elegimos un camarote interno (sin ventanas). Pequeño pero acogedor y bien equipado. Preferimos gastar la diferencia existente con un camarote al exterior para pagar el paquete de bebidas alcohólicas. Las mismas, de tener que pagarlas, eran caras. Como ejemplo, una simple Caipirinha costaba la friolera de U$S 8.- Toda la comida está incluida, pero las bebidas solo las sin alcohol. Y en nuestro paquete, algunas pocas quedaban afuera. (está claro que me pedí una Caipirinha y no estaba incluida...).

La comida es super abundante y a toda hora. Y muy buena. Más allá de desayunos, almuerzos y cenas, en cualquier momento del día en diferentes lugares de la embarcación pueden aparecer un mini food-trucks ofreciendo algo para comer. Es verdad la idea que uno puede salir rodando de estos barcos.

Particularme las cenas se sirven en distinguidos lugares, siendo asignada siempre la misma mesa atendida por muy amables filipinas (la elección del restaurante se puede hacer antes de embarcar). La cena es de 3 pasos, no muy abundantes pero muy ricos, pudiendo ser elegidos de una carta con algunas opciones disponibles. La última cena se convierte en un momento en una divertida fiesta italiana, bailando con las chicas que nos atienden y otros comensales.

Diariamente distribuyen por los camarotes unos newsletters con la programación de los eventos del día y otra información de interés, algunas referidas al puerto a tocar ese día. Se sugieren para cada día algunos dress-codes para las noches, que en nuestro caso una noche fue formal y la última noche, con el barco llegando a Buenos Aires, fue la noche de blanco. La primera con no demasiada aceptación, la última de aceptación masiva.

La tripulación es cosmopolita. Oficialidad y free-shops italianos, en los bares casi todos empleados brasileros. meseras filipinas y pasteleros y cocineros indonesios. Hasta ahí vimos o averiguamos...

La travesía

Embarcamos en Buenos Aires luego del mediodía (luego de esperar bastante, próxima vez iremos más temprano) y ya pudimos disfrutar de todos los servicios a partir de ese momento, a pesar que la nave zarpó recién a las 19:00 hs. con una hermosa vista de la ciudad. Ese día tomamos algo en uno de los bares que nos ofrecía un show musical y luego de la cena, fuimos a otro de los bares a bailar. Antes de la cena recorrimos todo lo que pudimos: encontramos discoteque, casino, juegos Arcade, muchos bares diversos, un enorme teatro que atraviesa 3 pisos cerca de la proa y la zona donde están los pocos locales que hacen de free-shop, cerca del hall principal. Por todos lados hay ascensores. Y gente.

Decepción inicial

El primer puerto que iba a tocar el Costa Pacífica era Punta del Este. Se iba a descender en lanchones porque no cuenta la ciudad con un puerto adecuado. Cuando me dirigía a buscar los tickets aproximadamente a las 8:00 hs, el capitán anunció por los altoparlantes que se suspedía la visita por mal tiempo. El cielo estaba despejado y la mañana soleada, pero cierto oleaje entiendo motivó esta decisión. Desde 1994 que no ibamos a Punta, por lo cual nos defraudó un poco este inconveniente.

Contemplamos Punta el Este desde una de las terrazas del barco y el mismo se adentró en el mar bordeando la isla Gorriti, encontrando aguas de un color azul que nos hacían imaginar que estábamos en el Caribe. Ese día disfrutamos de las piletas y jacuzzis, tomamos sol en sus amplias cubiertas y luego de almorzar en la zona estilo autoservicio, utilizamos las excelentes instalaciones del gimnasio, ubicadas cerca de proa. El  mismo se complementaba con otros servicios de pago, como masajes, peluquería,etc.


Esa noche el barco debería haber permanecido en Punta del Este, pero ante estas circunstancias el capitán indicó que había solicitado permiso para atracar en Montevideo un día antes de lo planeado y, antes del anochecer, llegamos a la bella capital uruguaya.

Noche de gala

Atracados en Montevideo, algunos nos atrevimos a sacar nuestros trajes y vestidos de gala y así nos paseamos esa noche por la embarcación, para terminar la noche primero asistiendo a un hermoso show musical en el teatro y finalizando fumando un cigarrillo a la luz de las estrellas en la popa. Titanic un poroto.

A la mañana siguiente, luego de desayunar pantagruélicamente, bajamos a recorrer Montevideo. Nos indicaron que debíamos llevar la tarjeta identificatoria personal que nos dieron al embarcar y recordaron la hora límite para volver al barco. (dicha tarjeta servía para consumir todos los servicios en el barco, los incluidos y los no incluidos, para los cuales teníamos asociada una tarjeta de crédito a la misma). De documentación nada nos dijeron y, de manera sorpresiva, ninguna autoridad uruguaya nos solicitó nada. Bajamos del barco y rápidamente estábamos en la peatonal Sarandí, visitando por un par de horas una ciudad que habíamos recorrido intensamente unos años antes. Muy poca gente bajó del barco, sí bajaron muchos miembros de la tripulación, que parecían ser de mantenimiento o del sector de máquinas.

Luego de algunas compras de rigor, al retornar al barco nos solicitaron nuestras identificaciones al abordar y rápidamente nos fuimos a almorzar. Nuevamente disfrutamos los servicios del barco, hicimos algunas compras en el free-shop estilo rebate (sacaban mesas a los pasillos y vendían a precios accesibles algunos productos) y nos preparamos para la notte bianca.


Esta vez sí los pasajeros se plegaron a la consigna y en los restaurantes se vivieron momentos de jolgorio y algarabía, Nos depedimos cariñosamente de nuesta mesera filipina y nos fuimos a una de las terrazas a disfrutar de una noche a toda música que terminó a altas horas de la madrugada. Como comentamos anteriormente, al salir de esta fiesta nos topamos con un mostrador donde se estaban sirviendo hamburguesas.



Mi Buenos Aires querido

Esa misma noche estuvimos averiguando como sería el desembarco al día siguiente, especialmente como sería el procedimiento para que nos retiraran el equipaje del camarote para luego dárnoslo en tierra, así como también el orden de desembarco mediante un código de colores. Nadie parecía tenerlo claro. A determinada hora y teniendo en cuenta el color que nos había tocado, había que ir al teatro y desde ahí los grupos desembarcaban. Por suerte nos tocó un grupo de los últimos, por lo cual pudimos desayunar bajo una tenue lluvia con vista a nuestra ciudad.

Nos quedamos con ganas de más, y ya estamos planeando el crucero hasta Río de Janeiro, donde las opciones son dos, como decíamos al principio. O abordar en Buenos Aires o volar a Río, pasar unos días en la Ciudad Maravillosa y embarcar ahí rumbo a Buenos Aires. Hay tiempo para pensarlo.








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